HE VISTO UNA LUZ




Me he dado cuenta que cada vez que escribo se da a la fuga alguna neurona... Dos años y pico en este medio llamado BLOG... Al principio con mucho respeto y miedo por el que dirán (si te leen o sólo hablo conmigo mismo).

Mi compromiso a quien pueda corresponder llevar mis palabras. Servir y dar servicio a un mundo marcado por todo aquello que es diferente.

 A mí me dio la oportunidad de ver y sentir ese mundo, aquel que hizo de un abrazo un gran despliegue de fervor creciente y algunas veces desorbitado, el abrazo de mi hija que a diario me da vida. Esos mismos abrazos que están tan prohibidos en el día a día que nos ha tocado vivir. Una buena amiga me dijo que ellos eran grandes expertos en eso de la materia de abrazar. Sumirse en ese placentero y gran letargo que te hacen experimentar con cada una de esas muestras el amor puro.


Sus más que afamadas cosas de chiquillos, como dice otra gran amiga, siempre te hacen dibujar una sonrisa casi rozando la risa. Ocurrencias tan naturales que con la naturaleza  les da un toque muy característico, gracias a esa clave mágica del 7q11.23, el alto desparpajo de la solemne empatía. Esa misma empatía que tanto cuesta que entiendan los mismos de siempre, aquellos que por designio del sufragio universal, sólo y muy sólo, quieren que todo el mundo esté peleado. 


No quiero volver a mirar atrás y que esa expresión del pobre angelito vuelva... Quiero que mi hija sea independiente y autónoma, pero también visible para la sociedad. Quiero que mi hija sea una más en un montón de millones de habitantes.

No quiero que esté yendo de un lado para otro. No quiero que al listo de la clase lo tengan en ese podium del conocimiento (quiero las mismas oportunidades) .


Hay veces que aún me sigo preguntando... Porqué me tocó a mí, qué pudo fallar para que nos tocara este Síndrome de Williams... Pues bien, una vez pasado estos años esa maldita pregunta ya no revolotea por nuestras cabezas. Las dudas que teníamos se fueron disipando. Hemos aprendido a vivir y convivir con los monstruos que dominaban esos primeros años, gracias a la aportación de tantas y buenas personas que nos han abierto los ojos y el corazón.


Aquí me quiero parar. Una vez en la vida encuentras por aquello llamado DESTINO a unas simpáticas astronautas que hacen que un paseo espacial sea una gran aventura. Dedicadas a engrasar toda la maquinaria del cohete de Alejandra, listo para que su despegue sea tan suave como la seda. Ese destino caprichoso que ordenadamente van recolocando pieza a pieza, como un puzzle...

 Mis queridas astronautas, no quiero que vuestras caras se pongan coloradas, pero ojalá hubiera más astronautas como vosotras, nos hacéis sentir que nuestra hija ha despegado con rumbo a las estrellas, protegida y con determinación. Ojalá que está aventura siga por muchos años siendo una empresa común. Hoy os sentimos tan cerca de vuestra buena estrella, que ya os consideramos parte del firmamento de Alejandra.




Mil gracias por todo...



Comentarios

Entradas populares