EL REGALO DE LOS SIETE TULIPANES




Había una vez una cuentacuentos que contaba historias llenas de estrellas, llenaba tanto el cielo infinito que no había matemático capaz de dar un número exacto ( y luego dicen las lenguas sabias que las matemáticas no engañan). Un día y no sé si fue por casualidad o quizás que la magia volvía a recorrer el cielo... se fijó en un grupo de 7 estrellitas saltarinas que bailaban al son de una cancioncilla muy pegadiza [siete estrellas que se estrellan en siete corazones], siete estrellas que querían correr, reír y sentir como si fueran niños.


Pero... su padre ,el Dios Don Estrellón, ese que manda que hacer o decidir, ese Dios que a golpes autoritarios intenta estar por encima de todo, con voz profunda les dijo:


.- Eso no será posible, correr reír y sentir son cosas de personas normales, vosotras sois estrellas de la alta alcurnia, hermosas brillantes y vuestra misión es dar luz. ¡¡¡Así que quitaros de la cabeza sentiros como niños!!!


La cuentacuentos al escuchar el enfado del Dios Don Estrellón, le dijo al Soberano Estelar:


.- Perdón, por mi osadía Majestad Celestial, ¿Puedo hacer a su graciosa Divinidad una pregunta?...


El Soberano primero miraba hacia la pequeña e insignificante persona, veía en ella una simple humana ... Pero su curiosidad era más grande que su gran prepotencia, preponderante en su grandeza. Le permitió esa única pregunta...


.-¡ Habla simple humana!... -Exhortó con su supremacía.


.-Graciosa Majestad... ¿Usted quiere a sus hijas como estrellas o como princesas?


Ante tal interrogante el Gran Astro se quedó como en tinieblas, no sabía dar contestación a tal cuestión. Si es verdad que su amor como padre era incuestionable, pero su razón de ser un rey le contrariaba su altanería... Su orgullo del Don Divino le cegaba, no le dejaba ver más allá de los confines de su reino... Pero aquello le hizo pensar que todo lo real era simplemente una cosa de reyes, que sus hijas ya tendrían tiempo para alcanzar la realeza . Su cara dejó dibujar una sonrisa, su sonrisa se tornó en risa y comenzó a correr y sentir como si fuera un niño... le vino a su memoria cuando también él fue un infante...


Y gracias a una piadosa y simple humana sus ojos tomaron aquel recuerdo, aquello de "Vive el momento". Esa conversación fue recordada como el día del Regalo de los siete tulipanes, porque así cariñosamente les llamaba a sus siete estrellitas. Un día para festejar que las rarezas de sentirse diferentes, son solo cosas de la forma con qué veamos la vida.





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