LOS MONOS SABIOS

Esta es una de esas historias que a veces no sabía explicar, pero desde que conozco a mí regalo N° 7, las palabras fluyen como el agua de un periquito de jardín ( para quienes no lo sepan es un aspersor de riego 😂) . La crónica en cuestión comienza meses después de saber que Alejandra tiene síndrome de Williams. 

Aquella jornada laboral que durante el desayuno hablas de enfermedades raras... Yo, como los tres monos sabios del santuario de Toshogu: Veo,oigo y callo, y ellos charlan como si fueran el gran erudito Hipócrates (como nos gusta hablar y ser el centro de atención)  Oigo sandeces salidas de unas bocas que piensan que saben de medicina como los grandes profesionales en un Congreso médico de la OMS y lo único que consiguen es faltar al respeto  y a la dignidad de las personas con sus palabras y pensamientos ignorantes (creo que Don Google hace mucho daño a unas mentes tan privilegiadas, modo ironía activado) y por último callo, me muerdo la lengua que esta a punto de estallar como un petardo valenciano. Intento darle a mí vida un poco de filosofía Budista. Algunas veces me regalaría un viaje al Himalaya, en un templo del gordito calvete, para ver si no me explota la cocorota de zoquete aventajado. 

Pero no, no me pude aguantar, los tres puñeteros monos comenzaron a ir a su bola... El mono vidente veía más oscuro que dentro de un tubo de escape de una tartana vieja. El segundo mono, el del oído fino, se quedó más sordo que una tapia, pero de esas que se parecen al muro de las lamentaciones. Y por último el mono que siempre calla, se volvió más parlanchín que un feriante de tómbola (no dejaba de esputar palabras) aquel dia era capaz de vender el puente de Triana con farolas incluidas.

Mis monos sabios habían cogido vacaciones, en ese momento la tertulia paso casi a una entrevista, como aquella del vampiro de Tom y Brad (como si fueran de la familia de toda la vida)  , alguien dijo que había escuchado no sé donde que el síndrome de Williams, los niños nunca se enfadaban y que tenían los genes comparable al de los perros... "Queeeeee! no se enfadan,jaaaa, que perros..."  Exploté  , que casualidad que ya había leído el artículo en cuestión, mi respuesta fue rotunda, lee otras cosas, porque la prensa rosa te gusta tela marinera...

No se si ese día nuestros tertulianos leyeron algo más serio, pero creo que conseguí que antes de hablar hagan como esos tres monos sabios del santuario de Toshogu, VER, OÍR Y CALLAR.

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