VERDADEROS ÁNGELES

Hubo un tiempo ya lejano que todo estaba en esa llamada zona de confort, ese lugar lleno de muchos motivos para la reflexión y la inopia, en el que el tiempo se detiene como un instante fotográfico. Un lugar donde la sapiencia humana llega a rozar la irracionalidad de las personas, el lar que acoge en el más puro estado del conformismo, de satisfacción de momentos inalcanzables y a la vez sin importancia. Así es como me he encontrado en este último mes, liberando miedos ocultos, combatiendo contra una realidad que es más parecida a un sueño.
Llega una vez al año ese momento que estás, como bautizó Sabina en la Calle Melancolía...y que aunque no llega a tristeza algo raro y abstracto se siente. Una vez al año y pese a no tener motivos es impensable escribir, pensar o crear, musas que te abandonan serán.
Pero al final como siempre, observo a mi alrededor y me cruzo con la mirada estrellada de Alejandra, en ese momento que lo necesitas, brillante explosión de alegría espontánea.
Y ahí es donde vuelves a la realidad, esa muestra de lo terrenal que abre los ojos, oídos, olfato, gusto y tacto... sentidos de insatisfacción que te muestran que la sociedad sigue estando llena de hipocresía, que aún escucho palabras como tontito, subnormal, cortito y voy a parar porque el largo y despectivo léxico es muy alargado.
Aún sigo viendo noticias de que una persona maravillosa, simplemente por no alcanzar  ese currículum inventado  para una competición absurda, está abocado a pintar borrones de vergüenza en papeles de colores inocentes.
Aún sigo esperando una verdadera solución a que mi hija y miles y más miles de personas sean similares a los demás, porque quiero recordar que son personas como el resto, igual por igual.
Ayer me encontré en el autobús camino de ver las luces navideñas con Alejandra a un chaval alegre y lleno de simpatía, (según para muchos el típico chico con retraso mental) para mí otro más, a todas las personas que se le cruzaba por delante levantaba su mano...nadie le atendía solo su madre, me dirigí a él y le choque esa mano que tan solo solicitaba esa pequeña muestra de afecto, ese pequeño gesto para él fue una fiesta, y esa madre sonriente me dijo tan natural : Es un bichito, solo quiere que le saluden... Cuántas personas se habrán cruzado con él y ni lo habrán mirado tan siquiera. Aún sigo pensando que esta especie humana no tiene arreglo.
Pero miro y contemplo en  ese espacio infinito un simpático astronauta que va descubriendo nuevas estrellas en el universo de Alejandra. Y leo a personas anónimas y no tan anónimas que están empeñadas en cambiar esta sociedad. Personas que me han dado su amistad tan solo con pedirla ( muchas estáis reflejadas en este post) y otras que aún no conozco pero les leo para "conocer la diversidad" en "la habitación de Lucía" y que "tu mirada me hace grande" como "alto como una montaña" y escuchar "el sonido de la hierba al crecer" con "la mirada de Ángel"... VERDADEROS ÁNGELES...

A todos gracias por estar ahí.

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